La necesidad de encontrar alternativas a los combustibles derivados del petróleo —cada vez más restringidos en el transporte, especialmente en Europa, por su impacto contaminante y su contribución al aumento de los gases de efecto invernadero responsables del calentamiento global— ha impulsado la búsqueda de nuevas fuentes de energía.
Además de la propulsión eléctrica, que se perfila como la principal opción motriz, y de los combustibles sintéticos en un papel más secundario, el hidrógeno se consolida como uno de los vectores energéticos con mayor proyección. Aunque los gobiernos y administraciones aún avanzan con cautela, la industria automotriz apuesta firmemente por el hidrógeno como una solución viable a corto, medio y largo plazo, gracias a su abundancia y su elevado potencial energético.
Este elemento, que ocupa el primer lugar en la Tabla Periódica, ofrece un amplio abanico de utilización en las tecnologías ya conocidas y usadas desde finales del siglo XIX.

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